Siempre he tenido una relación muy curiosa con los animales, pero se vé por ahí que no soy el único.
El otro día me contó una amiga que, cuando era niña, en su casa había un montón de perros (8) y gatos. A sus hermanos y a ella les gustaba jugar a un juego muy divertido: Coger gatos y lanzarlos al aire con todas sus fuerzas a ver como caían, jeje, me parto nada más que imaginármelo. Se podían tirar las horas muertas mirando hacia arriba y, luego, hacia abajo.
Resulta que un día cogió un gato, al que notó un poco más pesado que de costumbre y lo lanzó al aire, percatándose en el momento de soltarlo que no era un gato, sino un cachorro de una de sus perras, el pobre cachorro cayó de costado y se partió el lomete, con consiguiente visita al veterinario y correspondiente período de convalecencia.
Ahora no recuerdo muy bien si mi amiga dejó de lanzar gatos al aire, pero seguro que la siguiente vez miró mejor.
viernes, 4 de noviembre de 2011
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