Muchos veranos hemos quedado unos cuantos y nos hemos ido al Aquaola, uoooo. Ese parque de atracciones acuático-infernal(por el calor que pasas a pesar del agua), en lo alto de la loma de Cenes de La Vega.
Antes de empezar a salir con Mª Rosa, me fui un par de veranos con Alfonso, Ignacio, Raúl..., y luego ya con Mª Rosa, con Yamil, Eu, Gerar, Juan y Mª José, Carlos Bikolor, y más gente.
Pues eso, que las primeras veces, con 15 años, me creía el rey del pollo frito, era un desgraciado (¿ahora no?), y aunque alguna vez nos llevamos bocadillos para comer, la vez que cuento comíamos en el buffet libre del Aquaola.
Se ve que estaban preparándolo todo para abrir, pero yo no me había dado cuenta, estaba el primero de la fila y veía a los camareros pasar. Entonces le silbé a uno para llamar su atención, el camarero se volvió y me dijo: Le silbas a tu padre, chaval, que yo no soy un perro.
Hasta ese momento estaba sonriendo, a partir de la dilapidaria frase, mi cara se transformó en el reflejo de la vergüenza. Me aparté de la fila con mis amigos, hasta que vimos que abrían la fila para coger la comida que quisieras. Intenté evitar la mirada del camarero, mientras iba reflexionando sobre mi comportamiento y me daba cuenta de lo irrespetuoso que había sido.
Con esto no quiero decir que a todos los camareros haya que tratarlos bien, que camareros gilipollas hay muchos, pero si que hay que tener respeto a todo el mundo.
miércoles, 24 de junio de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)