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martes, 5 de mayo de 2009

MORTAL BIKE, CREO QUE 3ª PARTE

Hace 8 años por lo menos, quedamos el Javi y yo para irnos con las bicis.
Él vivía en Loma Linda(Ogijares), y yo estaba en Otura. Pensamos que sería una ruta superguapante(es más que sólo guapante) irnos al río Dilar.

Yo me lo conocía como la palma de la mano de esas excursiones veraniegas que hacía con mis hermanos y vecinos.

Creo que sería por mayo, el agua del río Dilar está fría todo el año, pero en verano se puede uno bañar. El caso es que llegamos a una parte en que el río cubría el camino. Qué dilema: cruzar o no cruzar. Le echamos huevos y cruzamos. Javi tiró montado en la bici y creo que tuvo que apoyar un pie. Yo, que me creo que soy más listo, pero no lo soy, me quité las deportivas y los calcetines para que no se mojaran.

Metí el pie, y sentí como si me lo hubiesen cortado, aplastado, triturado y yo que sé cuantas cosas más. Se ve que Sierra Nevada se estaba descongelando en aquel preciso momento y, me tuvo que tocar a mí meter el pie.
Tardó un rato en pasarse el efecto de que no tenía pie, y nos dimos la vuelta y tiramos para otro lado.
Desde entonces, no he vuelto a ir por ningún río.
Que se prepare Mª Rosa, que dentro de poco va a tener bici...

MERENDOLAS VERANIEGAS II


Tenía que contaros aquel verano, en el que Alfonso y yo aprendimos a hacer: Crepes.
Qué ricos están, con nata, mermelada, chocolate.

Empezaron haciéndolos mi hermana Vivi y mi vecina Mª Ángeles, nos enseñaron, y venga a comer crepes.

Una tarde, después de estar con las bicis, bañándonos y dando por culo, que era nuestra actividad favorita, nos fuimos a casa de Alfonso. Sus padres estaban en Granada trabajando y no llegaban hasta la cena.

Nos pusimos a preparar la masa, los echamos en la sartén y, como no teníamos nada para ponerle, se nos ocurrió coger el cola-cao y espurrearlo por encima con una cuchara.

Podéis pensar que estaba bueno, podéis pensar que no, y acertareis. Estaban super pesados, el polvillo del cola-cao se pegaba al paladar y se subía por la nariz.
Acabamos dándole los restos a los perros de Alfonso y, no se los comieron. Creo que aquella fue otra de las veces que nos fuimos mortalmente de bareta un par de días.

Pero como dicen por ahí, lo que no te mata, te hace más fuerte.