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martes, 11 de agosto de 2009

UN MUNDO AL REVÉS

El otro día (hace mes y medio) me vi con Mª Rosa El curioso caso de Benjamín Buttom. Es bastante entretenida, tiene los detalles muy cuidados y es original, la historia de un tío que nace viejo y se va haciendo joven a lo lardo de su vida, hasta que se hace un bebé y muere.

Eso me hizo pensar en cómo sería un mundo en el que:
-se marcaran las cartas para luego perder
-estuviésemos borrachos y bebiésemos para estar serenos.
-comiéramos para adelgazar.
-el sol diese frío y la luna diese calor
-los hombres fueran los que dieran a luz
-el agua no quitase la sed
-pagásemos por trabajar
-no descasáramos si nos dormimos
-cuanto más puteases a alguien más amigo tuyo sería
-las medicinas no curasen
-los animales hablaran
-la historia de la humanidad fuera para atrás, y pasásemos de ir en naves espaciales a ser trogloditas
-cuanto más estudiásemos peores notas sacaríamos

bueno, voy a parar ya de decir chorradas.

HABLANDO DE PITOS Y CERDOS



Para los que no lo sepan, existe un juego de cartas llamado Mus, que es la bomba. En España lo juegan mucho los universitarios, tanto es así que en la Facultad de Dcho. de Granada llegaron a prohibirlo.

Ya he comentado que tenía un profesor de Dcho. Mercantil que tenía el peinado como si le hubiese lamido una vaca, y después de lo que nos pasó en clase a Javi y a mí, pues pasaron más cosas.

Una tarde que tenía sólo 2 horas de clase (una de ellas Dcho mercantil) no entré en ninguna y me quedé jugando a las cartas con Manolo Mirón, Manolo Muro y no recuerdo si Charlie, Javi u otra persona.

Nos pusimos a buscar un sitio donde jugar a las cartas y nos sentamos en unos sillones delante del departamento de Derecho de la Facultad (sí, somos subnormales).

Al mus se apuesta con amarracos, son monedas de plástico, pero para no ir cargando fichas a la Facultad, nosotros apuntábamos en un papel las apuestas.

Ya acabo, como podréis haber adivinidado, cuando el profesor del lametón acabó su clase fue a su despacho y nos encontró jugando. Nos conocía de ir a clase, y sabía que no habíamos ido. Riéndose mientras seguía caminando nos dijo: ¿Y los amarracos?. Le contestamos medio riendo: Na, es que lo apuntamos en este papel, je,je.

El tío siguió andando, y todos nos miramos diciéndonos: No vamos a aprobar en la puta vida.

Desde ese día, yo no falté a clase de Mercantil, estudié y, finalmente aprobé.

P.D.: no he dicho que llegúe a las 4 de la tarde a la facultad y me fui a las 21.30 cuando las mujeres de la limpieza nos dijeron que nos fueramos que iban a cerrar.