Algunos ya sabíamos la noticia, pero como Paco, que así era como se llamaba mi compañero, lo contó con tantas ganas y sorpresa, le pusimos entre el resto de compañeros: Paquito medio litro, cosa que no le hizo mucha gracia (porque además era un poco, digámoslo así, retrogrado), pero que le acompañó todos sus años de instituto.
Ya sé que leyendo esto así, en frío, no tiene la más mínima gracia, pero pensad por un momento que tus compañeros, colegas, incluso amigos te llaman: el medio litro durante años y en todo momento.
Dicen que los niños, a veces, son crueles, pero los grandecicos, a veces, lo son más.
PD: que vivan los communards!
