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viernes, 21 de agosto de 2009

TRAUMAS INFANTILES 2: ERA Y SOY UN PARDILLO

Aunque tengamos palabras en España para definir las cosas, los medios de comunicación no se cansan de utilizar anglicismos que, muchas veces confunden a la gente (sobre todo a la gente más mayor que no sabe inglés).
Lo digo, por ejemplo, por lo del Bulling, que es lo mismo que decir acoso escolar.

Cuando tenía 11 o 12 años tenía muchos compañeros chungos en el colegio. En esa época era bastante vergonzoso. Me daba vergüenza hablar con gente que no conocía, y con las niñas de mi clase, y si esa niña me gustaba me ponía colorado como un tomate.
Eso hacía que no me relacionara con todos mis compañeros, era muy introvertido.

Un día en el recreo alguien se llevó una cámara de fotos y nos dijo a todos los de la clase que nos pusiéramos. Detrás mía se puso uno de los repetidores de la clase. Un niño gilipollas del que no recuerdo su nombre, que aguantó un par de años más en el colegio hasta que lo expulsaron por hacerse una paja en clase de religión y limpiarse en el chaquetón de una compañera, cosa que desembocó en que el profesor de religión (que era cura) dejara de serlo para pasar a ser el director espiritual del centro. Sí era un colegio privado religioso, que le voy a hacer. Vivía a 100m? de la puerta del colegio, y a mis padres les venía bien.

Coño, como me enrollo, va a ser verdad que soy un poco espeso.

Sigo por donde iba, el repetidor desgraciado que se puso detrás mía y, mira tú por donde, ese día había educación física y yo llevaba chandal. El inútil, por no llamarlo de otra manera, me bajó los pantalones y salió corriendo. Menos mal que no me bajó los calzoncillos también. Yo, llorando salí corriendo detrás de él dispuesto a partirle la cara (seguramente me habría llevado yo más palos), y finalmente no lo alcancé. Él no fue a la siguiente hora y, la verdad es que los de mi clase no se cebaron mucho conmigo (creo recordar).

La verdad, me jodió bastante, pero como no trascendió, pues seguí para adelante. Si me hubiese sentado mal, me habría hundido en un pozo sin fondo de desesperación y amargura, pero no fue así.

Años más tarde (para ser exactos 2), las nuevas generaciones del Doro venían pegando fuerte. Había un niño 2 o 3 años menor que era el chulo de su clase, siempre humillando a sus compañeros, quitándoles dinero para jugar a las máquinas recreativas, etc.

Entonces llegó el día en que me tocó a mí. Salía del edificio del colegio por un patio cubierto con algunos compañeros y allí estaba él con algunos de sus amigachos. Medían 15 cm menos que nosotros y se movían como mamuquillas del desierto. Empezaron a dar golpes a las mochilas de clase que estaban cargadas en nuestras espaldas, y el jinchaco este saltó sobre mí a caballito.
Yo, con una sangre fría que no suele caracterizarme, me quedé quieto le cogí un brazo y le hice una especie de llave de Karate. Lo lancé por los aires hasta que dio un espaldarazo que sonó hueco.

Al instante sus amigos dejaron de hacer el payaso y acudieron a ayudarle. Se fueron de allí farfullando alguna venganza futura que nunca llegó a realizarse, porque desde ese momento me respetaron. Mis compañeros me felicitaron por mi heroica? acción(que peliculero soy),y por una vez en la vida, el acosador se convirtió en acosado.

PD: yo uso también anglicismos, podría llamar a mis entradas: Bicicleta mortal, en vez de Mortal Bike, pero puede ser que yo también sea un poco gilipuertas como los periodistas.