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jueves, 25 de junio de 2009

MI HAMSTER SE SUICIDÓ

Sí, y eso no dice mucho en mi favor ni en el de mis hermanos.

En mi casa siempre ha habido animales, a parte de mis hermanos y yo.

Mi padre tenía un canario al que le daba de comer y limpiaba la jaula, creo que murió de viejo, y compró otro que también murió de viejo, y luego no volvió a comprar ninguno más. Que yo recuerde nadie más le hacia ni puñetero caso al pajarillo, y eso que era bonico y cantaba muy bien.

Un verano, en Otura, compramos una tortuga, teníamos el recipiente ese que te dan en las tiendas de animales con una palmerita, pero como tenemos una fuente en el jardín, pues le echamos allí. Pusimos piedras de rocalla, le dábamos de comer, se pasó un verano de puta madre la tortuga, hasta que se encajó debajo de una de las piedras y le dieron por culo. Se nos ocurrió hacerle un entierro en condiciones, nada de tirarla por el retrete. Fabricamos una balsa y, en la misma fuente pusimos la tortuga en la balsa y le prendimos fuego, como en los entierros vikingos.

Luego nos regalaron un Hamster, mi hermana Vivi le puso James, por James Bond, pero le llamábamos hamster. Tenía la típica jaula con la típica rueda, por las noches lo teníamos que meter en la terraza de la cocina con una puerta cerrada porque se tiraba toda la noche dando vueltas, yo creo que era hiperactivo o algo. Al final le pusimos la jaula colgada en la pared de la terraza de la cocina, y un día se ve que, de tanto dar vueltas, el enganche no estaba muy sujeto a la pared y, ¡ZAS!, la jaula calló al suelo desnucando al pobrecillo hamster. A este no recuerdo el entierro que le hicimos.

Luego mi hermana Vivi se pilló unos pececillos de colores, estuvo un tiempo que los renovaba cuando la espichaban, pero al final desistió.

Llegamos a Paskel, nuestro perrete, mezcla de pequinés con perro gitano de la calle. Era negro con una mancha blanca en el pecho, la verdad es que no lo teníamos educado ni na de na, pero era gracioso. Al final lo llevamos a Otura y lo dejamos allí, le dejábamos comida y los vecinos también le dejaban cosas. Pero un día se ve que saltó la tapia y no lo volvimos a ver.

La verdad es que es una responsabilidad muy grande tener animales, y bueno, si te gustan mucho pues vale, pero si pasas un poco, como yo, pues mejor no tenerlos, porque ves a mucha peña que luego llega el verano y abandona a sus mascotas. Seran desgraciados.