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sábado, 30 de abril de 2011

TODOS SOMOS UNOS CANUTOS, PARTE 2

En mi infancia, yo tardé algo más en madurar, estaba con mi familia pasando nuestra semana de vacaciones en Lanjarón, cuando una tarde y vencidos por el aburrimiento, mi hermano Fali y yo hicimos una apuesta.

He de decir que, cuando mi padre nos oía decir la mítica frase de: "Que te apuestas", se enfadaba mucho con nosotros y nos decía que apostar estaba mal. Pues bien, ya sé que a nadie le importa, pero os voy a decir en qué consitía la apuesta: Yo tenía un walkman y estaba escuchando música mientras hacía como que hacía ejercicio, así vencidos por el aburrimiento mi hermano y yo discutíamos sobre cuanto timpo seguido seríamos capaces de estar saltando a la comba, hacíamos como que teníamos una porque no teníamos ninguna(os juro que es verdad).
No sé que nos apostamos pero os podéis imaginar que pasó. Yo dije que podía estar 5 o 10 minutos seguidos saltando (con 11 o 12 años que iba a saber yo, no sabía medir el tiempo) y mi hermano aceptó la apuesta (creo que sabiendo que iba a ganar). Sí, señores y señoras, no llegué al tercer minuto. Que humillación, que vergüenza, que chorrada, porque al poco tiempo lo olvidé, pero me sirvió para tener más cuidado en las apuestas (excepto cuando juego al poker, que ahí desbarro)

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