Cuando pasé de párvulos a preescolar, lo único que hice fue en vez de ir a la habitación de la izquierda, ir a la de la derecha de un edificio de una planta en el Colegio San Isidoro.
Seguramente esto que voy a decir me lo ha contado mi mae, pero lo mismo no y es que me acuerdo.
En párvulos(4 años?) me despertó una mañana mi madre para ir al colegio, y le dije que no me apetecía. Mi madre me dijo que muy bien, pero que desayunara. Así lo hice, y mi madre me dio la ropa para vestirme, yo le repetí que no quería ir al colegio, pero me vistió.
En la puerta de la casa, con el chaquetón puesto le volví a decir que no quería ir, y ya fue cuando empecé a llorar. Llegamos tarde y cuando mi profesora me cogió de la mano y me metió en clase, yo me solté y me lancé a la ventana llamando a mi madre.
La sta. Sagrario me sentó en silla de profesora, en el centro de la clase, y se puso a dar clase mientras yo me relajaba, me sentí un tío importante en la mesa de la profesora, y no me hizo gracia que me bajara.
Luego, en la clase de al lado que era preescolar, tenía a la sta. Palomares, muy seria y estricta, no nos llevábamos bien(todo lo bien que un niño con 5 años se puede llevar con su señorita).
Un día revisando los deberes, me llamó. Era invierno y hacía frío, yo tenía moquillo, y cuando salí a la mesa de la profesora y le dí la libreta ella se sonó la nariz. Yo, instintivamente saqué mi pañuelo y me soné la nariz al mismo tiempo que la profesora.
Esta acción le resultó de lo más emotiva a la profesora y, desde entonces, le caí en gracia, me convertí en un "pelota involuntario".
lunes, 4 de mayo de 2009
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