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jueves, 22 de julio de 2010

HISTORIAS CHINAS


Me contó un día Lolo, el primo de Mª Rosa, que un día en el chino de Armilla, estaba con unos colegas cenando. Se pusieron como el quicos, iban a reventar con su menú.
Cuando llego la hora de la cuenta, la camarera les trajo una botella de chupitako chino. Le faltaba un deo, y se pusieron a echarse vasos. Cuando quedaba un deo en la botella a Lolo, se le ocurrió mirar la fecha de caducidad, y sorpresa: llevaba 5 meses caducada. Les había sentado de puta madre, y cuando la china camarera se acercó a recoger la botella, se quedó flipá de que estuvieran vivos después de beberse la botella.

Poco después Lolo quedó otra vez con sus colegas a tomarse unos refrescos en Graná, y como tardaban en traer las tapas y estaban aburridos, se le ocurrió abrir los saleros y aceiteros de la mesa de al lado.
Se tiraron un buen rato esperando hasta que llegaron 2 abuelillas. Tenían una mesa a la entrada del bar, pero las viejecillas tiraron para la del fondo al lado de Lolo y sus amigos. Se pidieron unas tostadas y les cayo el aceite en todo el plato. El camarero, que las conocía, les cambió la tostada o lo que tuvieran y se dispusieron a echarse la sal y, efectivamente, les cayó toda la sal en la tostadaca. Estos se fueron para fuera porque se estaban despollando y no querían que los pillaran, y las pobres señoras no se sabe si les cambiaron por tercera vez el plato.

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