El otro día me contaron que a un niño se le había caído un diente. Su padre le dijo: Pues lo ponemos en la mesita de noche y mañana, cuando te levantes, tendrás un regalo del ratoncito Pérez.
El niño, un poco raro se imaginó a una rata subiendo a la mesita y, luego saltando hacia su cara, Dios sabe con qué intenciones, y le dijo a su padre: No Papá, mejor no dejes el diente, no quiero ningún regalo.
A veces, la infancia es más dura de lo que nos pensamos.
sábado, 17 de abril de 2010
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