A algunos de vosotros os habrá pasado, vas a comer a un restaurante con familiares y amigos, cada uno se pide su plato, y una de las personas te mete el tenedor en tu plato, sin tu permiso para probar la comida.
Correría el año 1997, mi abuela se había venido a vivir con nosotros y un fin de semana nos fuimos a la Glorieta de Arabial a comer. Había un restaurante mexicano y decidimos ir allí. A mi abuela no le hacía mucha gracia por eso del picante, pero mis herman@s y yo le dijimos que había platos que no picaban y que así probaría algo diferente. Pedimos nuestros platos y a ella le pedimos algo que pensamos le podía gustar. Pues no, no le gustaba nada, entonces le pinchó en el plato a mi hermana, y tampoco le gustó, me pinchó a mí y le gusto un poco, y se giró rápidamente para cogerle un cacho de burrito a mi hermano, para acabar cogiéndole a mi otra hermana (a mi madre creo que no le pinchó o lo mismo mi madre le ofreció de su plato antes). Me parece que al final sólo le gustó el postre y juró que no volvería a ir a un mexicano en su vida, cosa que creo que cumplió, y a mí y a mis herman@s se nos quitó las ganas de ir un mexicano en una temporada.
Ese mismo año fue el año en que me saqué el carné de conducir (las historias sobre mi manera de conducir que las cuenten otr@s) y otro fin de semana decidimos ir a comer a Pulianas o Pulianillas no me acuerdo bien.
Primero estuvimos en La Marcha Verde, y el día empezó a ponerse un poco nuboso. Ya cuando íbamos en el coche al restaurante empezó a caer una tromba de agua descomunal y yo puse el limpia parabrisas. En el coche estábamos: a mi lado mi abuela, y detrás mis hermanas Vivi y Cristina, mi madre y no recuerdo bien si también estaba Fali. De repente el limpiaparabrisas izquierdo (el del conductor) se paró, no había forma de hacerlo funcionar, rápidamente estiré mi cabeza hacia la derecha para mirar por el lado de mi abuela que si funcionaba el limpia parabrisas. Menos mal que quedaba poco para llegar al restaurante, comimos y, cuando salimos esperábamos que hubiese amainado.
Craso error, llovía igual y el limpia parabrisas izquierdo seguía sin funcionar. Decidí no tirar por la autovía (estuve acertado) y fuimos por la ciudad hasta que llegamos a la C/Arabial esquina Camino Purchil. Se había formado un charco bestial, y cuando giré en la calle entré ligero y el coche se puso a hacer "Aquaplaning" (eso que te cuentan en la Auto escuela y que tú piensas que nunca te va a pasar a ti). La situación fue un poco tensa con mi abuela con los ojos desorbitados y mi hermana Cristina reprimiendo un grito de miedo. No me preguntéis como pero enderecé el coche y salí del charco llegando a mi casa y dejando sanos y salvos a los miembros de mi familia (podría escribir un corto: El coche maldito). Tardaron un tiempo en volverse a montar conmigo.
Al día siguiente en el taller de abajo me miraron el limpia parabrisas y le apretaron un tornillo y volvió a funcionar perfectamente, si lo hubiese sabido eso lo mismo no habría pasado nada, pero así tuvimos un poco de emoción por un día en la familia González.
lunes, 23 de noviembre de 2009
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