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viernes, 24 de julio de 2009

VERANO DANGEROUS

Como si se tratara del título de una película sur coreana, voy a contar una anécdota que me sucedió hace 15 años, de la que me he acordado porque este fin de semana pasado hemos estado comiendo en Castell de Ferro, en el apartamento que los padres de Alberto, el novio de mi hermana Cristina tienen allí.

Para llegar a Castell tienes que coger la autovía hasta Motril, y luego morirte de asco por la carretera de la playa que atraviesa Torrenueva, Carchuna, Calahonda y, por fin llegas a Castell tardando casi 2 horas en un recorrido de hora y diez minutos.

Bueno a lo que voy, que tengo más carrete que una caña de pescar, hace quince años fuimos mi padre, mi madre mis hermanos y yo a pasar el día a Calahonda.
Nos bañamos y comimos en un restaurante al que iban mis padres antes de nacer nosotros.
Por la tarde seguimos bañándonos, y mi hermana Vivi y yo vimos un poco retirado de la orilla unas piedras que salían del mar. Nos miramos y dijimos: Vamos a ir nadando, a ver que pasa.
Parecía que estaban más cerca de la orilla de lo que estaba, cuando llegamos nos faltaba la vida y nos apoyamos con pies y manos hasta que nos dimos cuenta de que había: Erizos de mar.
Ese ser que es una bola negra con pinchos que su única finalidad es pincharte, sí ese.
Casi llorando por no poder haber podido descansar nos dimos la vuelta y nos pusimos a nadar animados por el picor que nos producían los pinchos clavados.

Llegamos a la orilla y teníamos que andar apoyando las rodillas y las muñecas, porque en las manos y en las plantas de los pies teníamos +/- 30 pinchos.

Mi padre cogió el coche, nos montó y nos llevó al puesto más cercano de la Cruz Roja. Estaban un poco aburridos y mi hermana y yo casi que les alegramos la tarde, se tiraron una hora quitándonos espinas con pinzas, y las que no salían nos dijeron que los días siguientes metiéramos las manos y los pies en agua caliente con vinagre y sal y eso haría que las espinas salieran a la superficie y no se infectara la herida.
No hemos vuelto a alejarnos de la orilla nunca más.

Si es que nos ha pasado de todo.

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