Algunas de las tardes veraniegas que Rosa y Carmen (puede ser que Mª Nieves también) se venían con Mª Rosa a bañarse a mi piscina también se venían Eu, Gerar, Nacho, Yamil y quien estuviera en Granada.
Hacíamos el pardo con alguna pelota, merendábamos (esas merendolas veraniegas, he hablado con Ignacio y le he recordado lo del bizcocho).
Una tarde la pelota con la que estábamos jugando no paraba de salirse. Alguien (no voy a decir quien) salió a por la pelota, y cuando se metió en la piscina, se quedó rígid@, nos quedamos un poco pillados, y empezó a decir: Un calambre, un calambre, me ha dado un calambre. Nos hizo mucha gracia, pero había que disimular, no nos podíamos reír en su cara. Así que nos pusimos a hacer como que jugábamos con la pelota. La pelota le dio a alguien en la cabeza, y todo el mundo aprovechó ese momento para empezar a reírse como los cerdos, como si eso hubiese tenido mucha gracia.
Espero que la persona del calambre no se jipara, pero que panza de reír nos dimos a su costa.
2 comentarios:
Jajaja. Ya estabas tardando en contar esa historia! Que recuerdos de aquel dia memorable!... Yo creo que no he disimulado la risa tanto como en aquella ocasion. AsI fue luego la explosion, que nos ibamos a morir todos!
En fin... Un beso!
CARMEN
Y esa pierna dando patadas al aire intentando que se le pasara!!!! Desde ese momento la escalera de tu piscina es mi heroe!!!
Un beso grande!
Rosa
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