Mi vida ha estado marcada por la tragedia, no me ha tocado nunca la lotería, ayer se me murió una planta de la terraza....
Con 10 años estaba de vacaciones en Lanjarón, en el hotel Andalucía, y mi hermano Fali y yo jugábamos con las pistolas de pertardos que nos había regalado mi abuelo el año anterior.
Nos habíamos puesto a hacer duelos en el jardín del hotel. Nos poníamos de espaldas contábamos 10 pasos, y nos dábamos la vuelta a ver quien disparaba más rápido. La verdad es que lo pasábamos bien, hasta que sucedió lo inevitable, tratándose de mí.
En el hotel tenían un pastor-alemán atado con una cadena vigilándo el jardín, esa tarde se ve que el perrete estaba suelto. Así, cuando mi hermano y yo nos pusimos a dispararnos, el perro se asustó y vino hacia nosotros, salimos los dos corriendo hacía la zona del restaurante donde había sillas. Yo me subí en una y el perro me siguió, no recuerdo donde acabó mi hermano. Con el susto, me puse a disparar al perro con la pistola de petardos. El perro se puso más nervioso y me mordió en el tobillo izquierdo. Me hizo pupa y me puse a llorar.
Al momento vino mi madre y alguien del hotel que se llevó al perro. Creo que mi madre me pidió un vaso de coca-cola, la bebida mágica que hace que un niño deje de llorar (que publicidad, y gratis), me curaron la herida y, ya otro día, me llevaron a un practicante para que me pusieran la inyección del tétanos (y van 2).
El caso es que no le cogí miedo atroz a los perros, pero tampoco es que me molen mucho. Así fue como me hice más fuerte.
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